El avetoro es el protagonista de una curiosa leyenda ampurdanesa, según la cual, en un mal año para las cosechas, los campesinos decidieron juntar todo el grano y repartirlo, para ayudar así entre todos a los que se habían quedado sin nada. Un egoísta que no estaba de acuerdo con el trato entró por la noche en el molino, cargó su carreta con el trigo de la comunidad y huyó a través de las ciénagas para no ser visto. Pero la carreta se atascó y se hundió lentamente en el lodo hasta desaparecer. La leyenda dice que desde entonces, el espíritu de aquellos desafortunados bueyes se manifiesta cada primavera en forma de un mugido misterioso que surge de la espesura de las ciénagas. Y este mugido no es nada más que el profundo canto del avetoro, conocido también como bou o toro en el Ampurdán.
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